martes, 21 de mayo de 2013

Fragmento III, a manera de antecedentes.



Antes de la guerra


La conquista de América a finales del siglo XV y principios del XVI, fue el inicio de una nueva era histórica mundial, Europa conoció el nuevo mundo y América recibió a los europeos llegados desde España con su cultura, su idioma, su religión y sus enfermedades[1].

Tras su llegada el gran impacto se tradujo en gran cantidad de fenómenos sociales que irían creando una sociedad jerárquicamente dividida en castas, y una cultura permeada por diferentes estructuras de pensamiento, un sincretismo entre lo indígena, lo afro y blanco, condicionado también por el territorio donde se asentaron.

La cultura no homogénea se desarrolló en gran medida en los centros regionales de poder; el desarrollo político local permitía mayores oportunidades, mejor posición económica y mayor desarrollo social y cultural a sus pobladores, claro está, determinado por las jerarquías dadas por la estructura de castas.

La fundación de una población colonial se determinaba por lo general por su cercanía con la población indígena, para imponer un control cultural, social, político y económico. La importancia de una ciudad u otra se estipulaba por su situación geográfica, en este sentido en su fáciles o difíciles vías de comunicación terrestre o fluvial, esto se traduce en que buenas vías de comunicación y un buen acceso a las regiones, determina su crecimiento económico y el interés que preste la metrópoli hacia estas poblaciones.

El imperio español se basaba en dos sistemas legales en el nuevo mundo: el primero la república de indios, lograda tras un gran debate filosófico impulsado por el Fray Bartolomé De las Casas, donde se les daba la característica de súbditos aunque en un nivel más subordinado a los indígenas; la otra la república de españoles con sus respectivos tratamientos de nobleza y su derecho a reclamaciones. Este sistema social impuesto logro sus objetivos en un primer instante, pero no logró imponerse como tal, principalmente por el fenómeno del mestizaje que convierte a la sociedad de las “Indias” en una sociedad multirracial, por lo que el pacto social tuvo que cambiar sus perspectivas.

1810 marca para el Nuevo Reino de Granada el inicio del fin de la dependencia colonial[2] y a su vez el comienzo del difícil camino de la conformación de la identidad republicana[3]. Pero este proceso tiene clara y principalmente, diferenciaciones regionales y siendo más específicos locales, que determinan de acuerdo a sus circunstancias y contextos particulares la actitud y la causa a la cual se adhieren[4]: sin caer en determinismos podríamos decir que solo se tenía dos opciones: Realistas o patriotas[5].      

Las guerras emancipadoras Latinoamericanas son, en gran medida, causadas por la situación sociopolítica Española y Europea, claro sin olvidar los problemas propios de las colonias[6] y los movimientos proto – independentistas que iniciaron la politización y el desarrollo de un nuevo ambiente en la América Española desde el siglo XVIII.

Javier Ocampo López  nos explica:

“Existe una relación del movimiento revolucionario de Colombia en un conjunto histórico tanto con la revolución de independencia Americana, como dentro de aquel proceso universal que se proyecta en las revoluciones de Norteamérica  y Francia, Bélgica, Suiza y Holanda en el siglo XVIII; con la revolución latinoamericana en el siglo XIX y con la asiática y africana del siglo XX, con ajustes revolucionarios dentro de lo social y económico que aún se ciernen en diversas áreas del mundo.

La serie de las fuerzas históricas que durante varios años se fueron intensificando con miras a un cambio profundo, confluyeron en la coyuntura revolucionaria de la segunda mitad del siglo XIX para transformar radicalmente la faz de la sociedad occidental”[7]
           
La radicalización a finales del siglo XVIII de las reformas Borbónicas con los llamados tecnócratas como Gutiérrez de Peñeres en el Virreinato de la Nueva Granada, impulsa un movimiento insurreccional con consecuencias no instantáneas más bien a posteriori, nos demuestra también la decadencia del absolutismo Español, que no encontraba otra salida que incrementar el yugo sobre sus vasallos para librar la crisis. Esto, conjugado  con  La revolución francesa, y la coronación como emperador a Napoleón Bonaparte impulsó y facilitó la invasión a España y la posterior perdida de sus territorios coloniales más importantes.
Sabemos que el interés de Napoleón o eso decía, era neutralizar a Portugal para facilitar la guerra que llevaba contra toda Europa, sobre todo contra Inglaterra, para ponernos en el contexto Histórico de la situación que sufría La España Imperial en su decadencia podemos decir que ante la disputa de poder entre el Rey Fernando VII y su padre Carlos IV quien quería de vuelta la corona[8], Napoleón cita a Fernando en Bayona donde lo obliga a abdicar a favor de su padre, quien previamente había cedido la corona a Napoleón, este la pone en manos de su hermano José Bonaparte. A raíz del encarcelamiento del rey en Bayona el pueblo español se resiste a la idea de jurar fidelidad a un “aparecido”. Por toda la península se desatan juntas populares que juran fidelidad al Rey caído en la desgracia, se institucionalizan las juntas supremas de Aranjuez, de Regencia y la de Cádiz que promulgan respetando los derechos del Rey Fernando VII, una constitución liberal para atraer a todos los sectores de la sociedad española incluidas las colonias a la resistencia frente al dominio de Napoleón.
   
La crisis de la monarquía Española crea en la América Hispana un vació de poder, es decir que no existió, de 1808 a 1814, soberano legitimo en España, la ilegitimidad del monarca apodado sarcásticamente como “Pepe Botellas”  al ser impuesto por su hermano Napoleón, crea un trono acéfalo. Esta situación desata en las posesiones coloniales Españolas, Juntas de Gobierno en similitud con las creadas en el imperio en crisis; En su origen es una reacción de los pobladores contra los actos y los acontecimientos que ocurrieron en la metrópoli, pero el devenir histórico va creando en estas Juntas, diferentes matices, unas serán de corte realista, fieles irascibles del monarca, y las otras serán seguidoras de las Juntas instauradas en la península, con tendencia autonomista y partidaria de los gobiernos provisionales hasta cuando el monarca salga de su desgracia. En este proceso las Juntas Autonomistas Americanas, formulan la independencia como la liberación ante las amenazas que la metrópoli infringía a los intereses locales.

Para los criollos los territorios de las Indias eran parte del imperio español y por tal motivo se consideraban así mismo como españoles y no como una colonia, se sentían con el derecho y el deber de exigir los mismos privilegios de los que gozaban los territorios y gentes allende el mar; al no ser reconocidas sus reclamaciones y al no tener una real participación y representación de sus intereses en la toma de decisiones en las Juntas Supremas, las perspectivas empiezan a cambiar en busca de la total independencia.

La crisis del sistema colonial europeo y sobretodo el totalitarismo Borbón desata una aberración a la sociedad dominante, que modifican las ideas y crean condiciones para pensar nuevas instituciones para la formación de una nueva sociedad; la revolución de occidente, está relacionada con el impacto de la revolución industrial y comercial que determinan el ascenso y la búsqueda de poder de un nuevo sector de la sociedad como es la burguesía.  Las llamadas revoluciones burguesas[9], tienen su andamiaje ideológico en el iluminismo, que es utilizado por los criollos americanos como ideología de acción[10] contra la metrópoli, la llamada de la revolución Francesa a la libertad, Igualdad y Fraternidad, hace un gran eco en los corazones y las cabezas de los americanos criollos.

El siglo XIX se abre con la llamada “era del criollismo”[11], que aleccionando nuevas corrientes filosóficas, protesta y se resiste ante el absolutismo ciego y confiado de los últimos Borbones en América. Las Constituciones creadas por otras repúblicas se van expandiendo de tímidos murmullos a movimientos incontrolables; la idea de democracia al servicio del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, contagia y hace soñar con el fin de los barrotes y las cadenas; los movimientos de descontento que surgieron a finales del siglo XVIII en distintas partes de América como: La conspiración del Cuzco, los Comuneros del Socorro en La Nueva Granada, Los Comuneros de Mérida Venezuela; El alzamiento de Tupac Amaru en el Perú, la intentona de república de don Juan Bautista Picornell; la proclamación de independencia de Gual y España, también en Venezuela. A ello se les agrega las andanzas de Francisco de Miranda, buscando apoyo en las potencias Europeas y Norteamérica para la emancipación de las colonias españolas; la traducción y publicación por Antonio Nariño de los derechos del Hombre, reflejaban un ambiente de inconformidad con el “mal Gobierno”, estas manifestaciones fueron duramente reprimidas es verdad, pero abonaron y sembraron el terreno con la semilla de la resistencia y revolución, Revolución procurada principalmente ante la ruptura de un paradigma, de un sistema, de un monopolio de almas y de ideas, de una verdad considerada absoluta, y de unas instituciones monárquicas legitimadas por esta verdad.

¿Pasto sabia de estos acontecimientos?, creemos que no, en nuestra interpretación su fatalidad geográfica no le permitió; sabemos que por el desmedido cobro de impuestos intuía una grave crisis económica en la metrópoli, pero confiaba ciegamente en las autoridades reales; la correspondencia Real le informaba sobre los peligros de Napoleón y de la revolución Francesa[12], y se hacían proclamas y colectas públicas para apoyar a la Corona contra el Ataque del “demonio Francés”. Se ignoraba la gesta revolucionaria y, sin embargo, en sus territorios se da la primera batalla de la independencia contra las fuerzas de la Junta Suprema de Quito. Cuando la ciudad y la provincia se preguntaron qué pasaba ya estaba invadida y sitiada por las fuerzas y movimientos que marcaron su historia por los próximos 16 años y dejaron a su paso un trastorno violento y una mancha de desconfianza y temor ante los habitantes posteriores de esta ciudad.                                                          

La ciudad


La Ilustre Ciudad, Justicia y regimiento de San Juan de Pasto, fue fundada en 1537[13], en lo que hoy se conoce como Yacuanquer, dado principalmente a la gran cantidad de indígenas que habitaban estas agrestes tierras. Las arremetidas indígenas fueron tan fuertes que se decidió abandonarla y refundarla en las faldas del Volcán conocido ancestralmente como Urcunina[14], hoy llamado Galeras. La ciudad de Pasto se sitúa en los Andes del sur de Colombia, son una extensión geográfica de la Sierra Ecuatoriana[15], se conoce como el nudo de los Pastos; en este sector se impone el Valle de Atriz, donde se edificó la ciudad respetando la tradición arquitectónica Hispana.

La ciudad tenía jurisdicción a gran escala desde el río Mayo al norte del actual departamento de Nariño, en la provincia de Imbabura actual provincia del Ecuador al sur, al Este hasta Mocoa, actual capital del departamento del Putumayo y por último la región Pacífica al Sur - occidente. Pero específicamente se dividía en tres ayuntamientos.

1.    El Ayuntamiento de San Juan de Pasto: tenía jurisdicción al norte hasta el río Mayo, al sur hasta el río Guaitara y por el este hasta Mocoa.
2.    El Ayuntamiento de Barbacoas: Tenía jurisdicción sobre el río Patía y los pueblos mineros del Pacifico, incluyendo Tumaco.
3.    El ayuntamiento de Túquerres: que es la llamada provincia de los Pastos[16], desde el río Guaitara hasta la actual provincia de Imbabura.

Para los albores del siglo XVIII, San Juan de Pasto, era considerada una ciudad de paso. Esta comunicaba dos centros muy importantes de gobierno, Quito y Popayán, además en sus alrededores se situaban 30 pueblos de indios de los que dependía para su subsistencia, son: Jongovito, Obonuco, Catambuco, Botanilla, Gualmatán, Laguna, Buesaquillo, Pejendino, Mocondino, Jamondino, Males, Canchala, Puerres, Aranda, Tescual, Pandiaco, Anganoy, Chapal, Genoy, Matituy, Monbuco, Matacunchuy, Tambo, Chachagüi, Buesaco, Monte, Yacuanquer, Tangua, Funes y Sibundoy[17]. Estos pueblos de indios según la tradición pertenecieron ancestralmente al imperio incaico, eran conformados por cuatro culturas precolombinas: Los Pastos, los Quillasingas, los Abades y los Sindaguas, estos últimos según el autor Luis Fernando Calero fueron el tapón del Imperio Incaico en la zona que se conoce como alto Patía y posteriormente resistieron a la avanzada española e hicieron de este territorio el más temido en la región por los conquistadores y viajeros que creían que eran antropófagos, aunque también el preferido por proscritos que aprovecharon el lugar para huir de las instituciones represivas coloniales; es así como se formó en este territorio una población completamente fuera de la ley compuesta principalmente por esclavos libertos, ladrones y proscritos[18], que se conoce como “el Castigo”, que además de ser una fuerte y agreste frontera natural se convirtió en una fortaleza militar de los pastusos y de las milicias del Patía.

Desde su fundación Pasto tenía casi completa dependencia administrativa frente a sus dos más cercanos centros de gobierno, que como ya dijimos son Popayán y Quito. Las tres Ciudades tienen fechas cercanas de fundación pero su nivel de desarrollo es diferente, esto se determina por su nivel socioeconómico, político y espacial; Pasto para finales del siglo XIX era una ciudad estacionada en el tiempo, monótona y aislada prácticamente de todo, en cambio Quito y Popayán contaban con los puertos marítimos de Guayaquil y Buenaventura en el Pacifico, enclaves económicos que se puede decir eran su ventana al mundo, claro que en protagonismo político la ciudad de Popayán era la prima inter pares. Acerca  de esto Sergio Elías Ortiz escribe:

            “Pasto era un poblado de tercer categoría enclavado en un pliegue de los andes inmensos, “lejos de todo el mundo” entregado a su propia suerte para bastarse y defenderse. Decimos de tercera categoría porque por un destino geográfico implacable, solo alcanzó la cabecera de distrito con su Cabildo ayuntamiento, justicia y regimiento, escudo de armas y titulo de leal ciudad, mientras que las dos ciudades más cercanas a ella, Popayán y Quito, habían alcanzado con igual edad y con los mismos fundadores y pobladores la preeminencia como capital de gobernación la primera, y de presidencia la segunda, y ambas la de sedes episcopales, con los organismos que cada una de estas componía. Por esta fatalidad geográfica, mientras que en lo administrativo dependía de Popayán y por lo tanto en lo político pertenecía al virreinato de la Nueva Granada, en lo judicial dependía de la real audiencia de Quito y para última instancia del Consejo de Indias”.[19]             

Para el año de 1809, Pasto tenia una de las poblaciones más grandes de la Nueva Granada, conformada por 23.340 habitantes, de los cuales 12.300 eran indígenas, 7.700 eran montañeses *, 2.600 nobles y 740 que se dividían entre pardos y otros[20]. Popayán siendo el centro de gobierno poseía 6.954 Habitantes, conformada por 3.000 mestizos, 1.280 mulatos, 1.359 esclavos, 354 indios y  1.018 nobles[21]. Aunque la población de las dos ciudades tiene una brecha grande según los autores citados, Popayán poseía la sede de gobierno de la provincia, además era sede de la Caja Real y de la Casa de la Moneda donde se acuñaba todo el oro que producía toda la región, era sede del obispado desde 1547, y poseía un seminario y una academia de estudios fundada en 1744. Pasto aspiraba a todos los beneficios y prerrogativas de las que gozaba Popayán[22] y siempre entró en conflicto y solicito audiencias con el poder colonial por esta circunstancia.

Pasto disfrutaba de una gran producción agrícola, en su comarca se producían papas, cebada, trigo, maíz, así como ganados, azúcar, lo que la hacía de cierta manera autosuficiente y al mismo tiempo la iba convirtiendo en una ciudad más cerrada, la geografía también fue muy determinante en su vida social, su territorio tan accidentado producía que fuera muy difícil y lento el desplazamiento de personas y bienes, generando una región cada vez más cerrada, esto permitió que las noticias de la Gobernación de Popayán o de la Presidencia de Quito, por lo general llegaran muy tarde, y por lo tanto, perdían valor o veracidad[23].



Los Conflictos


Esta tierra mansa y casi olvidada por todo el mundo, vivía su cotidianidad sin inmutarse, pero de vez en cuando cayó en tremendas contradicciones,  Julián Bastidas Urresty describe la vida de la ciudad así:

            “La vida social se fundamenta en ideales de orden metafísico y se manifiesta en innumerables fiestas y ceremonias religiosas. Él replique clave y angustioso de las campanas anuncia el amanecer de todos los días, llama a misa a toda hora y recuerda a los fieles su condición de mortales. Se puede decir que los frailes hacen de la ciudad un convento, una especie de ciudad de Dios cerrada a cualquier intromisión exterior, sin imaginar que las cosas pueden cambiar. El progreso se interpreta como una injerencia peligrosa. Las iglesias permanecen colmadas de nobles y plebeyos que van a confesase regularmente y a implorar la ayuda celestial. Algunas mujeres llamadas beatas se visten con hábitos sin pertenecer a ninguna comunidad religiosa. Dentro de este panorama, donde la autoridad se fundamenta en el fanatismo religioso, frailes y obispos son los personajes destacados”.  

Urresty describe a Pasto como una ciudad sumisa, principalmente ante las autoridades eclesiásticas y por ende ante el sistema colonial y el poder Imperial, pero autores como  Sergio Elías Ortiz[24], Ramiro Pavón Díaz[25], Gerardo León Guerrero[26] y posteriormente Jairo Gutiérrez[27], nos plantean argumentos para encontrar una politización y un profundo descontento social de todos los sectores de la sociedad colonial pastusa, sobre todo en lo que tiene que ver con las consecuencias de las reformas borbónicas que desatan directa o indirectamente lo que actualmente conocemos como movimientos proto - independentistas.

Al mismo tiempo que se daban las revueltas en el socorro con el movimiento de los comuneros[28], Los pastusos en su mayoría población indígena apaleaban y mataban a pedradas al comisionado oficial de Gutiérrez de Piñeres[29], José Ignacio Paredo[30] el 24 de junio de 1781, quien quería establecer en Pasto el estanco al aguardiente. También es reconocido y hay tratados sobre ello, el asesinato de los hermanos Clavijo en Túquerres el 20 de mayo de 1800, protagonizado también la población indígena, principalmente por los gravámenes e impuesto a las gallinas, las papas, los cuyes, el aguardiente etc.[31]. El caso de Tumaco en 1802, donde después de las revueltas por la implantación del impuesto del estanco, las autoridades coloniales fueron rezagadas y usurpadas[32].

Estas pequeñas pero importantes insurrecciones contaron en particular con el silencio cómplice de las autoridades del Cabildo de Pasto[33], quienes demostraron en su momento no estar de acuerdo con los gravámenes impuestos por la corona, claro que esto no soporta su actitud realista frente a los movimientos emancipatorios, más bien demuestra, que la fachada impuesta por la historia tradicional sobre Pasto está completamente deformada, en el sentido de que su fanatismo por la corona y por las autoridades religiosas desde donde explican su actitud realista no es completamente clara ni en el final de la colonia, ni en el progreso de las guerras de independencia.

El resistir frente a impuestos se considera un crimen contra la corona, el que la provincia de Pasto o más bien parte de su población, resista a ellos, es ir contra la monarquía, pero es sabido que tanto en el socorro como en las insurrecciones de la región de Pasto, no es contra el Rey contra el que se resiste, si no contra el mal gobierno[34], y se apela al Rey y las autoridades coloniales para la solución de estos conflictos. En Pasto se utilizaron las medidas de hecho contra los que recaudaban los impuestos por creerse injustos y por pensar que el buen Rey no sería capaz de agobiar a su pueblo con ellos, situación que en muchos sentidos es real, principalmente cuando hablamos de la población indígena[35] que en el “papel”[36], gozaban de la defensa de sus derechos, pero que a la hora de ejercerlos, chocaban con las autoridades coloniales que velaban por los intereses de castas en sus distintos intereses económicos y siendo sus principales enemigos de sus intereses de comunidad los criollos y no el Rey.

El final del siglo XVIII y el comienzo del siglo XIX son para la ciudad de Pasto dentro de siglos de dominio español, los tiempos más conflictivos en los que haya vivido, era un preludio de lo que viviría después, esto no lo alejó de la metrópoli, ni por un momento, su instinto lo llevaba a intentar crecer en el sistema colonial.

 Lo intentó de muchas maneras solicitando principalmente los beneficios  que tenían sus dos ciudades hermanas, su economía como ya lo habíamos dicho Autárquica, se esforzaba por cumplir lo solicitado por las autoridades coloniales.


La sociedad colonial Pastusa.

En la decadencia de la colonia la ciudad de Pasto contaba con una autoridad colonial muy fuerte y muy bien respetada a nivel local, el Cabildo estaba compuesto exclusivamente por criollos de segunda generación; a diferencia de sus dos ciudades rivales, los vecinos de la ciudad no podían soñar con mandar a sus hijos, como era tradición y se consideraba obligación de la nobleza, a educarse en España, y menos en una carrera militar; los más altos cargos militares en la ciudad se daban a los personajes más ilustres y no pasaban de capitán y de sargento mayor, con lo que se los distinguía para darles autoridad de jefes[37].

El distrito de Pasto a finales del siglo XVIII, Comprendía casi la misma región que hoy integra el departamento de Nariño. El Cabildo estaba investido de poderes equivalentes a una pequeña monarquía. Este se reunía para tratar y conferir los asuntos tocantes al servicio de Dios y el rey de España, ejercían sus funciones legislativas, ejecutivas, judiciales y electorales. Podemos decir que su autonomía no solo se ejercía dentro del marco de la ley hispana de municipalidad, sino que el determinismo geográfico, imposibilitaba la sujeción directa a las imposiciones de los más cercanos centros de gobierno como anotamos antes.

Su situación geográfica, de la cual se explica su aislamiento, produjo en la Ciudad dificultades infinitas en su progreso material y social; la dificultad de llegar a la provincia también se vislumbraba en la imposibilidad de salir de ella, lo que produjo en la gente un complejo de timidez traducido en sus costumbres[38]. Las clases sociales estaban divididas en castas, los blancos de Castilla, los cuales demostraban un orgullo desmedido por lo español, o por tener vinculaciones estrechas y definidas con la sangre peninsular, demostraban un profundo desprecio por los trabajos que se llamaban serviles, desprecio traído directamente de la tradición de la nobleza española. De ahí le seguían los blancos de la tierra o montañeses, gentes venidas a menos o ya mezcladas con sangre plebeya que formaban una especie de término medio entre la nobleza y la maza, estos ejercían trabajos sobretodo agrarios y, por último, en esta escala social el pueblo, o sea la masa que desempeñaba los trabajos serviles dividida en gremios, que eran los mercaderes, sastres, herreros, albañiles, canteros, plateros, pintores, escultores, músicos, zapateros, fundidores, tejeros, barberos, silleros, etc.; fuera de esto estaban los indígenas, reducidos en sus resguardos, considerados como menores de edad; el concertado, indígena peón de hacienda quien vivía en peores condiciones que su hermano de los resguardos y el esclavo africano, o ya diluido en zambo o mulato.

Casi todas las familias de la urbe pastusa eran parientes entre sí, principalmente al no tener cómo emparentarse con sus vecinos debido  también a la fatalidad geográfica, obligados tanto por conservar su limpieza de sangre, como por motivos económicos; en este sentido los intereses terratenientes primaban, los matrimonios se pactaban por los padres desde el nacimiento de los hijos, a los cuales solo les quedaba aceptar su destino en medio de las fincas que por el matrimonio unían sus progenitores.

La educación de los pastusos durante la colonia estuvo en manos del clero regular, la Compañía de Jesús, los  Jesuitas, desgraciadamente, gracias a la expulsión de estos, la provincia se quedo según Sergio Elías Ortiz, 24 años sin un centro de estudios[39].  Entre las estadísticas que él maneja se menciona que dentro de una población de 23 mil habitantes solo 2000 de ellos podían leer y escribir; la educación  en estos 24 años, continuó mediante la lectura de los clásicos: Cervantes, Santa Teresa De Jesús,  los dos Luises, Quevedo, Lope de Vega, Calderón, y algunos más y como sabemos este privilegio estaba reservado para los criollos y limpios de sangre, fiel a la tradición hispana, estaban excluidos por ende los indígenas, mestizos y negros.

La vida en Pasto era relativamente barata, el pan era abundante, con la industria primitiva textil se suplía el problema del vestido; los bienes suntuosos eran los buenos caballos y algunos muebles muy caros para ser transportados. Las relaciones sociales se reducían a las castas y para ser más claro a la parentela, pero, sin distinción, todos participaban de los regocijos públicos.

La religión era el principal refugio de esta sociedad excluida, ya por la fatalidad geográfica, ya por las mismas autoridades coloniales. Los intereses de la religión y de la monarquía eran bien cuidados por los pastusos, sobretodo en la celebraciones públicas, las fiestas religiosas eran una excusa para que el pueblo se convoque a las calles y paralelamente a las ceremonias eclesiásticas se desate la algarabía.

Los matrimonios de los príncipes y las coronaciones de los reyes se celebraban con la mayor pomposidad: se paseaba por las calles el estandarte real y se halagaba al rey lejano con gritos y consignas en su nombre. Los que más disfrutaban de las estos eventos públicos eran los indígenas que después de cumplir sus labores[40], aprovechaban su visita a la ciudad para vender o intercambiar sus productos y posteriormente se convertían en el alma de la fiesta[41]. Se desahogaban con permiso de la municipalidad en el alcohol donde gastaban, por lo general, el poco dinero que conseguían, como se dice vulgarmente “en echar la casa por la ventana”.

Los Indígenas de Pasto


La situación Indígena en Pasto no es distinta a la de toda la colonia, las reformas legislativas creadas para su protección por el imperio español, no lograron sus objetivos, principalmente porque las autoridades que tenían que velar por su cumplimiento, caían por lo general en conflicto de intereses.

Luis Eduardo Calero, escritor pionero en el estudio de las comunidades Indígenas en el sur del país, explicándonos las contradicciones entre la ley de protección indígena y su operatividad nos dice:

“Las mejores intenciones por parte de la corona y los inspectores reales generalmente cedieron a las exigencias de españoles locales que dependían de los indios para su subsistencia. Podría decirse que los decretos reales y las visitas lograron prevenir el colapso total, más que causar un cambio drástico en las condiciones. Mientras que los colonizadores españoles pudieran salirse con la suya haciendo caso omiso de la legislación, no mostraban escrúpulo alguno en continuar buscando beneficios económicos a costa de los nativos[42].               

El pago del tributo por parte de los indígenas sé hacia de varias maneras, la mano de obra se suministraba a los españoles en forma de mita[43], los indígenas tenían que pagar en mano de obra el tributo; para esto se disponía de la quinta parte de la población mayor de 18 años y menor de 50. El tributo material se pagaba con cuatro artículos: el dinero en efectivo (oro), Chaquiras, cobijas de algodón y animales en su mayoría aves (pollos). El trabajo llamado voluntario era otra de las formas de pagar tributo, cuando no se podía pagar de forma material, pero este sistema se terminaba convirtiendo en otra forma de trabajo forzado.

La encomienda fue mermando su poder a lo largo del siglo XVII en la Nueva Granada, pero en Pasto perduró casi hasta finales del siglo XVIII, en Pasto se situaban alrededor de 32 encomiendas, distribuidas entre la población Europea que se situaba en el Valle De Atriz. En un principio las encomiendas no pagaban impuestos, pero a medida que la legislación se fue fortaleciendo y la necesidad de España por tener un mejor control sobre sus riquezas en las colonias, se instauraron impuestos que se fueron incrementando hasta hacer inviables las encomiendas.

A finales del siglo XVIII la los indígenas de Pasto se veían desprotegidos por los excesivos impuestos que agobiaban sus hombros, Jairo Gutiérrez tiene una interpretación interesante, sobretodo basado en los documentos que demuestran sus formas por evadir el tributo y la recuperación de sus tierras, las redes de solidaridad que se tejen y que posteriormente en las guerras de independencia se mantienen, actúan como comunidad para defenderse, inclusive desde los argumentos legales hasta las medidas de hecho para que sean reconocidos sus derechos, aunque también para librarse de sus deberes,  a raíz de esto Escribe:  

“Lo más interesante del proceso es el entre cruzamiento de actores, y sobre todo la emergencia de un sector dirigente indígena capaz de planificar, desarrollar y defender un proyecto económico político, la recuperación de las tierras que se consideraban usurpadas”[44]                              

El nombrar las prácticas políticas indígenas dirigidas hacia el bienestar económico de la comunidad, mostrando un modelo de organización, resalta el papel de estas comunidades en el devenir histórico, en pocas palabras su actitud a futuro.

El comportamiento de los indios de Pasto en defensa de sus resguardos no fue diferente del de sus homólogos de cualquier otra provincia colonial hispanoamericana. De hecho, durante el siglo XVIII, y frente a la amenaza inminente de las agregaciones de pueblos y los remates de las tierras “sobrantes” de los resguardos suprimidos, impulsados por el reformismo Borbónico, los indios desarrollaron, a su vez, un proceso de defensa y reconstitución de las tierras comunales mediante el recurso de legalizar sus “títulos” ante las autoridades coloniales.

En síntesis  aunque era un proceso que ya se había desarrollado en otras comunidades indígenas hispanoamericanas, en el contexto histórico de la provincia de los Pastos es novedoso, e inspiro antes de la guerra, la creación de una organización anti expropiación y también anti tributaria, digo anti tributaria porque la forma más común de evadirlo era negar su posición de indígena, pero al mismo tiempo se aprovechaban de esta situación ambigua para exigir los derechos correspondientes de indígenas.   

Los debates instaurados por la historiografía independentista, con respecto al fervoroso fanatismo religioso de la población indígena no parten de nada novedoso o diferente a la situación de las demás provincias de la Nueva Granada, La evangelización es el medio y el arma para el adoctrinamiento indígena, desde la misma conquista, es el derecho y el deber de la corona Española, el ser católico no es una opción si se es súbdito del rey[45]; que los indígenas Pastusos sean fieles a la religión y el rey, no es una explicación a su actitud guerrerista y, queriendo ser más claro, su actitud defensiva.

Que los pueblos indígenas fueron manipulados desde los púlpitos para ir contra la independencia, no es una idea descabellada, pero si es descabellado, mostrarlos como una simple herramienta del conflicto, no podemos pensar que los indígenas pastusos dieron su vida a la causa del rey porque lo amaban demasiado, tampoco que la elite pastusa los manipuló con mentiras para que resistieran ante el “demonio revolucionario que venía a quitarle sus tierras”, en síntesis el peligro que significaba la independencia era irreparable para esta población y sin miedo a equivocarnos, podemos decir que lo que la independencia hizo con los indígenas es quitar por completo la protección que gozaban dentro del sistema colonial, poniéndolos a merced de sus eternos enemigos y usurpadores de sus tierras los “criollos”, que desde mucho antes del grito de independencia en la Nueva Granada intentaron, desde muchos frentes, eliminar por completo la figura del resguardo para socavar las tierras, explotarlas y tener a su disposición la mano de obra barata y casi regalada. Los indígenas sin tierra dejan de ser indígenas, simplemente se convierten en agregados de las grandes haciendas, al ser usurpadas sus tierras, se pierde el principal lazo que los une a su pasado “el Ayllu”[46], la comunidad desaparece dándole cabida al nuevo régimen económico que los convierte en “ciudadanos” con deberes pero sin derechos y como tal en instrumentos del mercado.








[1] López Beltrán Clara. El espacio geográfico y la población colonial. Tomado de Los Bolivianos en el tiempo. Universidad andina Simón Bolívar. Quito, 1993. 
[2] Para una mirada más profunda en el sistema colonial vease...
[3] se entiende identidad republicana como la creación de una nueva conciencia de nación....
[4] Vease Oscar Almario en el artículo, ”Muchos actores, Varios conflictos, distintas guerras”. Publicado en  “Independencia de los países Andinos”. Universidad Andina Simón Bolívar. 2004, Donde describe los conflictos regionales como conflictos menores.   
[5] Así como existieron realistas criollos, También existieron patriotas Españoles.
[6] Silva, Olarte, Renan  jose, banco de la republica, bogota, 1988.“prensa y revolución”
[7] OCAMPO LÓPEZ, Javier, “el proceso político, militar  y social de la independencia” en JARAMILLO URIBE, Jaime, ed. Nueva Historia de Colombia, 10 tomos, Bogotá 1989, tomo 2 p. 10 
[8] Carlos IV había abdicado a favor de su hijo Fernando, en marzo de 1808, como consecuencia del motín de Aranjuez, promovido por  éste; mediante el cual, además se hizo dimitir al ministro Manuel Godoy, ya bastante odiado  por sus muchos abusos y desatinos.    
[9] HOBSBAWM, ERIC “la era de la revolución, 1789-1848”EDITORIAL, CRITICA, MADRID, 1997.
[10] Ocampo Lopéz. “proceso político y militar de la independencia” (PENDIENTE)
[11] ORTIZ  Sergío Elías. “Agustín Agualongo y su tiempo”, BANCO POPULAR, Bogota, 1974.
[12] AMP, Libro Capitular del Cabildo, Fondo independencia, 
[13] Aunque esta fecha se ha puesto en duda por muchos historiadores que no se han puesto de acuerdo en la fecha exacta de fundación, ni en el adelantado que la fundo.
[14] Urcunina traduce Montaña de Fuego
[15] para una geografía general de Colombia ver Ernesto Guhl “bosquejo de su geografía tropical” 2 vols.,1975; F. J. Vergara y Velasco “ nueva geografía de Colombia” 2 vols.,; para guias geográficas sobre Nariño ver Ignacio  Rodríguez Guerrero, “estudios geográficos sobre el Departamento de Nariño” 1959; Rafael Zarama, “Geografía del departamento de Nariño” 1927; para profundizar en el medio topográfico del indígena de Pasto en la colonia ver Luis Fernando Calero “ Pastos, Quillasingas y Abades, 1535-1700”.            
[16] Debido principalmente a que esta cultura se acentúa en este territorio  
[17] GUERRERO, Gustavo. Pag 45.
[18]ZULUAGA, Francisco. “Guerrilla y sociedad en el Patía”, Universidad del Valle, Cali 1993.
[19] ORTIZ, Sergio Elías, Agustín Agualongo y su tiempo Banco Popular. Bogotá. 1974. p 28.
[20] Idem. p. 34-34 (citado del archivo municipal de pasto, libro capitular, año 1809). 
[21] MOLLEN, Gaspard Théodore, Viaje por la República de Colombia en 1823, biblioteca V centenario. Colcultura. Bogotá, 1992. P. 290.
*montañeses se les llamaba a los hijos de españoles  “Blancos de la tierra” que vivían como campesinos
[22] BASTIDAS URRESTY, Julián, Historia urbana de Pasto. Ediciones Testimonio. Bogotá. 2000. P. 99.
[23] Según la correspondencia que fluía en la comarca se puede inferir que de Pasto a Popayán eran 7 días a caballo y a Quito 5 días.
[24] Historia extensa de colombia. Tomo IV Sergío elias otiz
[25] Ramiro, Pavon Díaz, “La fatídica e incomprendida guerra de Pasto”. Editorial Cultural. Pasto. 1995
[26] Leon Guerrero, Gerardo “Pasto en las guerras de independencia”. (pendiente)
[27] Gutierres Ramos, Jairo. “Acción Política y solidaridad en los indios de la provincia de los Pastos”. Revista         Historia critica. Universidad de los andes. Pág. 10 -37, Bogota. 2007.
[28] Phelan Jhon Leydy. El pueblo y el rey: La revolución comunera en Colombia 1781. Carlos valencia editores. Bogotá. 1980.  
[29] Tecnócrata enviado por los Borbones.
[30] Vease “Agustín Agualongo y su tiempo” de Sergio Elías Ortiz Op. Cit.  
[31] Ibidem.
[32] Para ver estos movimientos ver “Agustín Agualongo y su tiempo” y “HEC” Sergio Elías Ortiz.
[33] “A los indios se le atribuye como principales autores de la sublevación pero el desamparo que dejaron esas gentes al teniente, cerrando unos las puertas de sus casas, abandonándole la tropa que lo acompañaba y no haber tenido quien lo ayudase a  huir, es clara prueba  de no tener la mayor parte los indios:  otros muchos motivos concurren para desconfiar de lo que se refiere por voz común” Citado por Sergio Elías Ortiz  del Archivo Nacional, Bogotá. Para atestiguar la duda sobre las autoridades del Cabildo de Pasto.     
[34] Las consignas del movimiento desatado ante los impuestos exagerados  por los Hermanos Clavijo eran “muerte a los Clavijo”, “abajo el Mal Gobierno” Cita Ortiz Op Cit.
[35] Existe una anécdota frente al asesinato de los Clavijo en Túquerres citada por Narváez ”se dice que en medio de la revuelta en Túquerres, en la plaza de mercado se debatía sobre el por qué del levantamiento, Alguien por ahí dijo que solo faltaba que le pusieran impuestos a los hijos, algún otro entendió, que ya lo tenía y la noticia se rego por todos los pueblos de indios por lo que la muchedumbre empezó a llegar de todas partes  protestando y causando estragos ante esta terrible medida que no era más que un rumor”.    
[36] Refiriéndome a las leyes de indias en la protección a  los  indígenas 
[37] Sergio Elías Ortiz op. Cit.
[38] Ibidem.
[39] Expulsados por el Rey Carlos III.
[40] Los indígenas pagaban el tributo con jornadas de aseo, limpieza y embellecimiento de la ciudad.
[41] Los Carnavales de Blancos y Negros actualmente en Pasto son una muestra del sincretismo entre lo hispano, lo indígena, lo afro y lo religioso.
[42] CALERO, Luis Fernando “Pastos,  Quillasingas y Abades, 1535-1700”. Banco Popular, Bogotá ,1991. 
[43] Mita: Sistema de reclutar trabajo en medio de los indígenas, era utilizado también por los Incas.
[44] Rodríguez Ramos Jairo. Op. cit. pág. 14.
[45] NO podemos olvidar en este punto, la cantidad de instituciones policivas  para controlar las almas y el adoctrinamiento de los indígenas.
[46] STERN, Estive, j. “los pueblos indígenas del Perú y el desafío de la conquista Española. Alianza Editorial. Madrid. 1986.